Ay, álamo, quién pudiera
cambiar esta guerra en sombra
por la paz de tu ribera.
Rítmico y fraterno goce
del corazón en la lluvia
y de ésta en el corazón.
Mi casa la están barriendo:
el viento por las ventanas
y la soledad por dentro.
Lo hondo de este pensamíento
está en cuanto me lo callo
y en lo mucho que lo pienso.
Desde mi propio silencio
me está naciendo una torre
en la que estoy prisionero.
Todas las lenguas del mundo
se están helando aquí dentro.
Alas de ceniza,
muros de silencio.
Bien me los merezco.
Por tanto pensarme,
tanto esperar y esperar
la muerte de tu enemigo,
y al fin se te va a cruzar
la que se lleva a tu amigo.
Tanta jornada perdida !
Despierto para la muerte
y ciego para la vida.
Con los que vienen me nazco
y en los que se van me muero.
Y mientras que van y vienen,
en vivirme me entretengo.
Si los que se van me llevan,
me recobran los que vienen.
Que nunca falta una vida
para tapar a una muerte.
Me están pasando
casi todas las cosas
que fuí pensando.
Y más te digo:
también las que crecieron
en el olvido.
A UNA ROSA
No te hace falta pensar
ni querer ser para ser.
Te conformas con poder
-¡ y como puedes !- estar.
Te es suficiente quedar
vibrando al sol que te ama,
supliendo a Dios con tu fama
de olor, color y ambrosía,
en ese pequeño día
que te permite tu rama.
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